Esta semana, ya iniciada la campaña electoral autonómica y municipal, se ha publicado que el monseñor Fernando Sebastián, actualmente arzobispo de Pamplona (Navarra) y obispo de Tudela (Navarra), y ex secretario general de la Conferencia Episcopal Española y ex obispo de León, ha pedido el voto para la extrema derecha española. [noticia aquí y aquí].
Además criticó que los demás partidos sean aconfesionales [como en el resto de Europa, ya ni los partidos de la democracia cristiana se declaran confesionales y seguidores de la doctrina social (y política) de la Iglesia. Aquí el Partido Popular (PP) no es confesional como partido, a pesar de contar con dirigentes del Opus Dei]. Esto lo dijo en una conferencia y luego se reprodujo en un escrito para entregarlo en misas, ya sin referencias directas a los partidos.
Estos partidos son Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política, Falange Española de las JONS.
La derecha española ha sido tradicionalmente ultra-católica. En el siglo XIX lo eran todos los partidos, excepto el socialista (el PSOE fundado en 1879) y los anarquistas (que no formaron partidos, excepto por el Partido Sindicalista, de Ángel Pestaña, durante la Segunda República, sin nada de éxito). Hoy ya no lo es ningún partido de masas.
El carlismo – del que hoy es heredero Comunión Tradicionalista Católica – era un grupo político estrambótico que defendía los derechos al trono de una rama de los Borbones desde 1833, y que sumió al país en tres guerras civiles (además de apoyar a Franco en la Guerra Civil 1936-1939). Los carlistas, rabiosamente católicos, defendieron siempre el sistema político de la monarquía absoluta del siglo XVIII, oponiéndose al liberalismo del siglo XIX, con todo lo que ello implicaba en el terreno político, legal y económico, especialmente en lo referente a la separación de la Iglesia y el Estado. Es decir, que es de los movimientos políticos más arcaicos que quedan en el occidente europeo, además, curiosamente por las implicaciones de estas declaraciones, de oponerse a Juan Carlos I de Borbón, ya que siguen teniendo algún que otro candidato alternativo al trono.
La Falange y la JONS son movimiento fascistas surgido en 1933 y 1931, respectivamente (y luego unificados), con la peculiaridad dentro del fascismo europeo de ser Católico Apostólico y Romano. Tras su apoyo a Franco en la Guerra Civil fueron absorbidos y desarticulados por el régimen, que siguió usando sus símbolos como oficiales.
Alternativa Española es un partido que se presenta como una alternativa – decididamente católico que busca aplicar la ley de Dios y más a la derecha – al PP, intentando que el fenómeno Le Pen llegue a España, mientras que “los del Tercio Católico de Acción Política no aceptan que la gente se divorcie, ni aborte, ni la eutanasia, ni la ingerencia (sic) del Estado en la educación (estando la Iglesia, para qué queremos al Estado), ni que los jóvenes usen preservativos, ni la pornografía... ni nada que tenga que ver con el cuerpo...” (aquí).
Estas formas políticas de catolicismo de extrema-derecha en España están irremediablemente vinculadas política e ideológicamente a la dictadura nacional-católica de Franco (1936-1975) y a las formas más retrógradas posibles de catolicismo obscurantista como el que vivió este país durante aquellos largos años. El gran problema de España es que nada de esto está decididamente muerto entre una minoría bastante combativa, en gran parte esto se debe a la podredumbre que nos legó una transición pacifica que barrió la Guerra Civil y cuarenta años de dictadura debajo de la alfombra, dejándonos un rey nombrado a dedo por Franco y un país todavía lleno de los símbolos de aquella época. Desde el punto de vista laico esto es un escándalo mayúsculo, como también lo es para el catolicismo heredero del Vaticano II. Pero con este nuevo papado, todavía más conservador que el anterior (aquí, aquí), debemos acostumbrarnos en lo adelante a este resurgir de las cruzadas por el pasado nostálgico, rearmado anímicamente en su lucha contra todo lo que represente a este perverso mundo “moderno” y en pro de la recuperación de las posturas recalcitrantes de antaño.
Este es el fragmento del discurso en el que se hace mención a esto [ver texto completo, actualmente colgado en la página oficial de la diócesis de Pamplona].
8. Intervención de los católicos en los partidos no confesionales.
El otro tema importante anunciado es la participación de los católicos en los partidos políticos no confesionales. Hoy en España hay algunos partidos políticos que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como p.e. Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política, Falange Española de las JONS. Todos ellos son partidos poco tenidos en consideración. Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto. No tienen muchas probabilidades de influir de manera efectiva en la vida política, aunque sí podrían llegar a entrar en alianzas importantes si consiguiesen el apoyo suficiente de los ciudadanos católicos. Por eso no pueden ser considerados como obligatorios pero sí son dignos de consideración y de apoyo.

Estos partidos son Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política, Falange Española de las JONS.
La derecha española ha sido tradicionalmente ultra-católica. En el siglo XIX lo eran todos los partidos, excepto el socialista (el PSOE fundado en 1879) y los anarquistas (que no formaron partidos, excepto por el Partido Sindicalista, de Ángel Pestaña, durante la Segunda República, sin nada de éxito). Hoy ya no lo es ningún partido de masas.
El carlismo – del que hoy es heredero Comunión Tradicionalista Católica – era un grupo político estrambótico que defendía los derechos al trono de una rama de los Borbones desde 1833, y que sumió al país en tres guerras civiles (además de apoyar a Franco en la Guerra Civil 1936-1939). Los carlistas, rabiosamente católicos, defendieron siempre el sistema político de la monarquía absoluta del siglo XVIII, oponiéndose al liberalismo del siglo XIX, con todo lo que ello implicaba en el terreno político, legal y económico, especialmente en lo referente a la separación de la Iglesia y el Estado. Es decir, que es de los movimientos políticos más arcaicos que quedan en el occidente europeo, además, curiosamente por las implicaciones de estas declaraciones, de oponerse a Juan Carlos I de Borbón, ya que siguen teniendo algún que otro candidato alternativo al trono.
La Falange y la JONS son movimiento fascistas surgido en 1933 y 1931, respectivamente (y luego unificados), con la peculiaridad dentro del fascismo europeo de ser Católico Apostólico y Romano. Tras su apoyo a Franco en la Guerra Civil fueron absorbidos y desarticulados por el régimen, que siguió usando sus símbolos como oficiales.
Alternativa Española es un partido que se presenta como una alternativa – decididamente católico que busca aplicar la ley de Dios y más a la derecha – al PP, intentando que el fenómeno Le Pen llegue a España, mientras que “los del Tercio Católico de Acción Política no aceptan que la gente se divorcie, ni aborte, ni la eutanasia, ni la ingerencia (sic) del Estado en la educación (estando la Iglesia, para qué queremos al Estado), ni que los jóvenes usen preservativos, ni la pornografía... ni nada que tenga que ver con el cuerpo...” (aquí).
Estas formas políticas de catolicismo de extrema-derecha en España están irremediablemente vinculadas política e ideológicamente a la dictadura nacional-católica de Franco (1936-1975) y a las formas más retrógradas posibles de catolicismo obscurantista como el que vivió este país durante aquellos largos años. El gran problema de España es que nada de esto está decididamente muerto entre una minoría bastante combativa, en gran parte esto se debe a la podredumbre que nos legó una transición pacifica que barrió la Guerra Civil y cuarenta años de dictadura debajo de la alfombra, dejándonos un rey nombrado a dedo por Franco y un país todavía lleno de los símbolos de aquella época. Desde el punto de vista laico esto es un escándalo mayúsculo, como también lo es para el catolicismo heredero del Vaticano II. Pero con este nuevo papado, todavía más conservador que el anterior (aquí, aquí), debemos acostumbrarnos en lo adelante a este resurgir de las cruzadas por el pasado nostálgico, rearmado anímicamente en su lucha contra todo lo que represente a este perverso mundo “moderno” y en pro de la recuperación de las posturas recalcitrantes de antaño.
Este es el fragmento del discurso en el que se hace mención a esto [ver texto completo, actualmente colgado en la página oficial de la diócesis de Pamplona].
8. Intervención de los católicos en los partidos no confesionales.
El otro tema importante anunciado es la participación de los católicos en los partidos políticos no confesionales. Hoy en España hay algunos partidos políticos que quieren ser fieles a la doctrina social de la Iglesia en su totalidad, como p.e. Comunión Tradicionalista Católica, Alternativa Española, Tercio Católico de Acción Política, Falange Española de las JONS. Todos ellos son partidos poco tenidos en consideración. Tienen un valor testimonial que puede justificar un voto. No tienen muchas probabilidades de influir de manera efectiva en la vida política, aunque sí podrían llegar a entrar en alianzas importantes si consiguiesen el apoyo suficiente de los ciudadanos católicos. Por eso no pueden ser considerados como obligatorios pero sí son dignos de consideración y de apoyo.
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