
Hoy me ha llamado la atención una
noticia peculiar. Tiene que ver con
dos mujeres que a las cuales la hermandad cordobesa de Nuestra Señora de Los Dolores, a la que pertenecen, no les dejan ser costaleras en la procesión de Semana Santa. Un costalero es una persona que carga una de esas enormes figuras de santos, cristos o vírgenes de su hermandad en las procesiones de Semana Santa (en muchos casos van tapados por faldón que cuelga del costal). En este caso lo que ha pasado es que la hermandad les ha prohibido llevar La Señora de Córdoba argumentando que no tienen la suficiente fortaleza física y motivos morales, vinculado a los malentendidos y los posibles roces con el resto del equipo compuesto de hombres. Lo curioso es que llevan, respectivamente, 5 y 6 años cargando esos mismos costales sin impedimentos, a pesar de estar muy mal visto socialmente. “
Hay posturas con un acercamiento físico muy próximo que, si se vieran fuera, podrían decir que son posturas soeces”, según palabras del hermano mayor de la Hermandad, Manuel Herreros.
El obispo de Córdoba coincide con la cofradía en que no es conveniente que hombres y mujeres compartan el mismo espacio debajo de los pasos por las “
situaciones incómodas” que se puedan producir. Lo interesante es que la alcadelsa de Córdoba, Rosa Aguilar (uno de los cargos electivos más importantes dentro de Izquierda Unida, que agrupa los antiguos partidos comunistas y que es, con sus coaliciones, el tercer partido más votado en España), perteneciente a esta hermandad, secunda la propuesta del obispo de que las dos mujeres excluidas creen una cuadrilla de costaleros exclusivamente femenina.

Hay varias cuadrillas femeninas en España, aunque por lo general tienen muchas dificultades para encontrar miembros (como en
Albacete o
Alicante), ya que, como gran parte de las procesiones estrafalarias (como la de los verdugos en plan KKK) de Semana Santa, son vistas tradicionalmente como algo que sólo hacen los hombres. Según las costumbres las mujeres han vendido siendo excluidas de estos papeles en las clelebraciones. No será hasta dentro de escasos días cuando contemos con la participación de la primera mujer costalera en la historia de
Sevilla, una de las localidades donde las celebraciones de Semana Santa tienen más importancia.
Bueno, a lo que voy. Las dos costaleras excluidas decidirán hoy si denuncian o no esta acción. Esto tiene lugar dos días después de aprobada la llamada
Ley de Igualdad o de paridad entre hombres y mujeres, que, siguiendo lo que ya se he convertido en costumbre, es la medida más radical de este tipo en Europa, colocándonos, una vez más en la vanguardia de lo políticamente correcto en el mundo. Así que como era de esperar, el PSOE ha puesto el grito en el cielo.
La secretaria de Igualdad del PSOE, Maribel Montaño, ha asegurado que la prohibición es una discriminación por género y que vulnera la recién aprobada Ley de Igualdad, por lo que puede recibir una demanda judicial. "
No hay ningún motivo objetivo, razonable y defendible para hacer esa discriminación", ha asegurado Montaño.
Echando un vistazo al
texto de la Ley, la decisión de la Hermandad viola, de entrada, prácticamente todo el Título I y II, además de la Constitución. Montaño insiste que lo que quieren los ciudadanos y las ciudadanas es “
ejercer sus derechos sin discriminación”.

Habría que preguntarse de qué derecho estamos hablando. Nos hemos acostumbrado a querer ver todo el mundo a través de nuestras gafas de lo políticamente correcto, de ahí las críticas a la Iglesia de todo tipo. Se me ocurre, por ejemplo, las quejas sobre la falta de transparencia y hasta “
déficit democrático” en la elección de Ratzinger como papa, o la reivindicación de los derechos de las mujeres a ocupar el mismo tipo de puestos que los hombres en la Iglesia. Todo esto es bastante estúpido, ya que está claro que la Santa Madre Iglesia - y la dos veces milenaria tradición que la acompaña - es exquisitamente machista y lo será más con este papa, más conservador todavía que Juan Pablo II. En eso cree la Iglesia y nunca ha intentado ocultarlo. Al que no le guste puede coger la puerta, y tiene tantos tipos de cristianismos para elegir como pueda desear. Hoy nadie tiene que ser católico, ni ninguna otra cosa, como hasta hace poco en España. Con lo cual, el que sea católico tiene que serlo de verdad y saber que se va a ir al infierno si usa un condón. No podemos tener un “
derecho” a que la Iglesia se acomode a lo que queramos. Lo interesante es que la nueva Ley si deja abierta la puerta para esto.
Un
medio católico alarmista, volviendo a la vieja retórica de la conjura judeo-masona, habla de: “
Dentro de un Estado aconfesional, como es España y con los tiempos que corren en los que nos quieren vender que aconfesional significa laico, cuando esto es totalmente falso y contrario a la Constitución, imaginemos que el Estado decide por decreto que la Iglesia es una empresa como otra cualquiera y por tanto debe “someterse” al imperativo de la ley. ¿Nos harán entrar dentro de la obligatoriedad impuesta por la ley? ¿Será el Estado quien establezca una norma de paridad dentro del colegio sacerdotal, obligando pues a la Iglesia a un sacerdocio femenino? ¿Y el colegio cardenalicio? ¿Y los conventos de clausura?”.
Es casi imposible que se considere a la Iglesia una empresa, pero aún así se puede denunciar por discriminación, que de ser probada conllevaría penas económicas y la exigencia de corregir lo que dio origen a la discriminación. Esperemos que tengan buenos abogados, sino, ¿quién sabe?, quizás Zapatero consigue darnos una Iglesia
feministizada. Además la Ley se aplica a todos los que estén en en España (aunque sea de paso), con lo cual podrían denunciar al Sr. Benedicto si viene a visitarnos. ¡Le llevamos a juicio, estilo Pinochet, le destituimos y nombramos a Fernández de la Vega papa en su lugar! Bueno, por lo menos haría una buena peli al estilo de los docu-dramas esos ingleses - en los que matan a Bush o secuestran a Blair - que tan de moda se han puesto.
